cruzando el gran azul
El ansia de aventura, esa necesidad de cosquilleo continuo, me arrastra a hacer las maletas de nuevo. Esta vez a ultramar. Busco luz y azules brillantes, y algo un poco exótico. El invierno enferma mi piel y enturbia mis ojos que se acostumbran a la oscuridad. Todo se pone rancio y se apaga. Los cielos nublados estan haciendo pucheros todo el tiempo y, a lo lejos, un murmullo de gaitas me dice que ya esta bien de tanta melancolía. así que vamos a huir de nuevo.Esta vez en busca del sol.No más gaitas.
El salón en pleno jolgorio. Montañas de ropa fresca, sandalias, bañadores, tubos de snorkel y calzado de neopreno. Toallas de playa, cremas protectoras, colonias frescas. Todo a punto para que un alma caritativa - lease miguel- consiga encerrarlos a todos en una roncato azul . Todo queda ahí ordenadamente aplastado, esperando el momento de su liberación. Liberación que, por cierto, se produjo dos dias más tarde de lo previsto. La crema protectora llegó a nuestras caras de gamba un poco después de lo deseable.
5.30 a.m. y un locutor dicharachero nos hace saltar de la cama. Apagamos todo lo que se puede apagar sin problemas, y salimos de nuestro refugio invernal.Nos esperan abajo y salimos dirección a madrid, el centro del culo- perdón del mundo- de donde salen todos los aviones que se van un poco lejos.Seguimos siendo de provincias y hay que madrugar.
El caos en el embarque es indescriptible. Una panda de portugueses- que podían haber sido de cualquier otro lado pero resultó que eran portugueses- raptan a la azafata y nos dejan dos horas en la estacada, haciendo una estúpida cola que no sirve para nada pues no avanza ni a la de tres. Me da tiempo de ir al baño un par de veces- menos mal-, a la farmacia a por biodraminas- por si acaso- y a la calle a concretar ese vicio innombrable que algunos todavía tenemos, y que cada vez está más perseguido- con razón, todo sea dicho-.
Finalmente, despues de un altercado que hizo aparecer allí a las fuerzas del orden, dos policias muy simpáticos que casualmente conocían de sobra nuestro destino y nos informaron muy amablemente de un par de sitios que no podíamos dejar de visitar, pasamos en volandas por el duty free, y, emulando a speedy gonzales para ir haciendo boca, subimos finalmente al avión que nos llevaría a México.
Una tarjeta de memoria despues, que miguel atiborró de imágenes del despegue, del avión, de la ventanilla del avión, de los arrabales de madrid, me levanté a estirar un poco mis hinchadas piernas.Al cabo de un rato, "la nariz de España" , como dijo rubén todo impresionado, apareció ante nuestros ojos aspirando la brisa del inmenso océano que pretendíamos cruzar.
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